Sobre Diego Armando Maradona y su designación como técnico de la selección argentina se ha escrito tanto en las últimas horas que un post más sabe a refrito.
Analistas políticos, gente de farándula, magacines de TV. Todos le dicen feliz cumpleaños a Maradona hoy 30 de octubre y emiten un juicio sobre él. Como siempre, todos viven de él, de su fama y de las noticias -y los escándalos- que genera. Le aplauden las inconductas y lo lisonjean como paradigma mundial del desacato y la irreverencia ante los sistemas establecidos.
¿Y la gente de fútbol dónde está? Aplaudiendo. Porque a los ídolos se los aplaude. Pese a que la gran mayoría de la gente que auténticamente sabe de fútbol y lo vive sabe, con convicción, que la AFA ha cometido un despropósito.

Yo empecé a ver fútbol a los cinco años de edad, con el Mundial de México. Si el fútbol hoy me gusta, es porque en la retina tengo los dos goles de Maradona a Bélgica, claritos, nítidos. A esos dos goles -cuando le metió los goles a Inglaterra estaba jugando con mis soldaditos de plomo en el patio de al lado- les debo buena parte de la pasión que tengo por lo que más me gusta en la vida.
Por eso, solo por eso, a pesar de que Maradona me parezca un pésimo ejemplo de persona, nunca he dejado de respetar su imagen, que en mi mente ocupa un lugar junto al Pato Donald como la de un héroe de la infancia.
Detesto con franqueza a todos los que fustigan a quienes criticamos las actitudes de Maradona y para ello se amparan en conceptos como hipocresías sociales, rasgados de vestiduras, escupitajos al cielo y demás. En la gran mayoría de los casos, esa gente de fútbol sabe poco o nada y lo único que quiere es que Maradona siga haciendo escándalos para poder escribir más y más artículos sobre él y vender más y más merchandising sobre él, como ocurrió cuando su irresponsabilidad lo puso al borde de la muerte. Esa gente nunca podría entender por qué el nombramiento de Maradona es un despropósito en términos técnico-tácticos.
Por tanto, prefiero centrarme en la gran obligación que tiene la gente de fútbol: cuidar a los ídolos. Para ello quiero prestarle atención solo a lo que dicen dos personajes que, irónicamente, son casi tan contraejemplares como Maradona para la sociedad. Uno es un auténtico grande de la música: de los pocos que puede hacerme cambiar un domingo de estadio por la cola de un concierto. Se llama Andrés Calamaro y estuvo en Lima el último fin de semana. Canta él: "Siempre te vamos a querer, por las alegrías que le das al pueblo y por tu arte también".
Calamaro no es un ejemplo para nadie, por el tipo de vida que lleva. Yo admiro su música y creo que en ese plano nadie en el rock hispano le hace sombra. Y coincido con él en que a Maradona se lo debería querer por lo que hizo en la cancha. Ese es el recuerdo que hay que cuidar.

Chale no es un ejemplo para nadie, por el tipo de vida que lleva. Yo admiro su capacidad para leer rápido un partido y tirar a la cancha dos cambios que pueden modificar un resultado. Y temo que a Maradona pueda acabarle ocurriendo lo mismo que le pasó al ex 'Niño Terrible' en el Alianza Lima de 2005: ser vilmente aprovechado como piñata mediática para tapar problemas de gestión. Salvando siderales distancias, quiera el fútbol que en eso Julio Grondona no se acabe pareciendo a Alfonso de Souza Ferreyra.

Pero así como lo anterior es archiconocido, también lo es que el fútbol peruano es gitano. Gitano incluso en estas circunstancias de podredumbre dirigencial, en las cuales -por ejemplo- se consiguió una clasificación a un Mundial juvenil para cumplir un papel decoroso sin que existiera una planificación de por medio. O una goleada sobre Uruguay cuando un empate parecía tarea titánica. O un empate sobre Brasil cuando la derrota sonaba cantada.
Claro, si de pesadillas se trata se puede evocar el partido de noviembre de 2000. Aquella vez que Perú llegaba como ahora, de perder contra Bolivia jugando horrible, aunque -hay que decirlo- al menos esta vez lo ha hecho con jugadores que tienen clubes y no con algunos inactivos, como sucedió entonces con Alfredo Carmona (Uribe copyright, se sobreentiende). Pese a ello, había suficiente conciencia en las horas previas para desplegar fotos de Darío Muchotrigo y el 'Chino' Pereda amedrentando a una estatuilla de Chilavert, bajo el lema de que ellos ya sabían anotarle. Claro, Chilavert más bien anotó uno de penal, 'Chemo' metió un autogol y al final el inesperado 5-1 desencadenó lo mismo de siempre: portadas negras, pedidos de renuncia y más barullo que se acaba al domingo siguiente con la fecha próxima del Clausura.
Archiconocido es, pues, que el fútbol no tiene lógica. Como no la tiene, los peruanos seguimos queriéndolo y viéndolo. Y como eso ocurre, es factible decir que este miércoles la gitanería puede jugar su propio partido.
Con una práctica calificada el martes y 64 páginas por editar, casi nadie entendía qué hacía yo perturbando el cierre en búsqueda de una antena de conejo para ese aparato de 14'' "
Retumbaba en mi mente una frase que me había dicho meses antes don Lucho Puiggrós en la redacción de Don Balón Perú: "
El profesor contaba y repetía con un detalle único la jugada: "
En ese momento cumbre, mi abuelita soltó una máxima: "¡Qué lástima que expulsen a ese muchacho tan buen mozo!". Corría julio de 1996, tenía 15 años y, gracias a esa frase, entendí muchas cosas de la vida (y de las mujeres, y del fútbol).
Por ello, más interesante resulta cuestionarse cómo un jugador que tuvo todo para ser una figura reconocida ha acabado perdiéndose en la antipatía popular, que hace diversas -pero igualmente crueles- categorizaciones con él.
"Jayo no tiene ética". ¿A alguien le queda alguna duda?
El 'Chorri' tiene la misma edad que Jayo. El 'Chorri' ha hecho una carrera muy parecida en circunstancias a la de Jayo, hasta incluso más rala en términos de logros, porque nunca llegó a Europa. El 'Chorri', jugando para Cristal, les marcó goles importantes a Universitario y a Alianza, pero no registra en su carrera un partido con dos golazos de su sello de media distancia a los rivales más enconados de la celeste como el que Jayo tuvo ante la 'U' en la Liguilla de 1994. El 'Chorri' metió varios de esos golazos desde fuera del área ante muchas selecciones jugando para Perú, pero jamás convirtió uno así ante Chile, el rival por excelencia de la blanquirroja, como el que le anotó Jayo en las Eliminatorias del año 2000. El 'Chorri' recibió elogios y muestras de cariño en México y Ecuador, pero jamás un gol suyo por esos lares tuvo tanta exposición mediática como el golazo que marcó Jayo con camiseta de Unión de Santa Fe en cancha de River Plate. Por último, el 'Chorri' tiene tantos o más ampayes televisivos en juergas y circunstancias incómodas que Jayo.
El 'Mago' es un auténtico ídolo de Matute, amén de que durante sus últimos años haya dejado de ir al estadio porque alguna vez un desubicado le preguntó en la puerta quién era y no lo dejó pasar. En el anecdotario quedan sus cuatro penales atajados en siete partidos disputados en la gira blanquiazul por Chile en 1935 -el llamado 'Rodillo Negro'-; los siete goles que marcó la tarde del 15 de agosto de 1933 ante el Sportivo Unión, cuando dejó su puesto en el arco a Fortunato Campos y se animó a jugar como delantero; su actuación en los Juegos Olímpicos de Berlín 1936; sus duelos con 'Lolo' Fernández en los clásicos y, sobre todo, su aliancismo a flor de piel, compartido con aquel 'Equipo de Oro' de los años '30.
Contundente. Tanto como el éxito personal y profesional del 'Mago', a quien tuve el privilegio de conocer hace algunos años, cuando frisaba 91, en su casa de la urbanización Mirones. Modesta por fuera, pero sobria y cálida por dentro, repleta de calor familiar y admiración por un hombre que, luego del fútbol, había trabajado con éxito como entrenador -en Deportivo Municipal- y servido por tres décadas a la Municipalidad de Lima. Pero sobre todo, que se había preocupado de otorgar educación a sus hijos, así como su padre, sargento de la policía, lo había alentado alguna vez a triunfar bajo el arco.
Por eso, me suscita inquietud saber cuántos hijos de cuántos jugadores asistentes a la fiestecita de Manco podrán aspirar, en un futuro, a ser ministros de Estado. Apostaría un par de cervezas -después del fútbol- que es tan poco probable como que en unas seis décadas, un periodista pueda sostener una conversación inteligente y alturada con un "líder" aliancista de hoy como por ejemplo, Juan Jayo. Porque si Valdivieso mantenía el tono amable y educado en cada una de sus palabras, cada vez que una cámara enfoca al hoy capitán blanquiazul encuentra gestos agresivos y, durante los partidos, labios tejiendo mentadas de madre.
El adagio dice que cada maestro tiene su librito y a él responde. Quien suscribe debe reconocerse, desde su muy distante posición en Lima, Perú, crítico de Aragonés. No tanto por haber dejado fuera al 'Ángel de Madrid', porque las razones disciplinarias sí pueden ser más poderosas que las futbolísticas, sino por creer que su propuesta distó mucho de haber impreso una revolución en el fútbol español. Y -mucho más allá de eufemismos- por sostener la tesis de que a España, de seguir jugando así como lo hizo en la Euro, le costará otra vez bastantes años poder repetir el grito de campeón.
Los números no podrían hablar en contra del 'Sabio de Hortaleza'. De 54 partidos dirigidos desde 2004, ganó 38, empató 12 y perdió apenas 4. Pero los números también alcanzan otro tipo de luces. A lo largo de la Euro, de acuerdo con el Castrol Performance Index (índice que midió el desempeño de los jugadores y equipos participantes en la competición), España acumuló la friolera de 3,415 pases completados, 81.3% de los cuales fue entregado de modo efectivo. Una cantidad grosera si se toma en cuenta que el segundo equipo con más pases fue Alemania con 2,606.
Cabe la aclaración: no se dice que España juegue mal; se dice que su juego no es innovador ni revolucionario. No se dice que eso no haya sido útil; se dice que muy probablemente no lo sea para la era post Aragonés. Esquemas ultradefensivos, de esos que se cierran sin tapujos y solo apelan al contragolpe, y de los que España no enfrentó en un solo partido de la Euro -Grecia, acaso el mejor termómetro de su itinerario para encarnar ese rol, la enfrentó estando ya eliminada-. Y que serán el tipo de esquema que esta España campeona de Europa afronte, por ejemplo, en la primera fase del Mundial de Sudáfrica.
¿Qué hizo, entonces, el ciclo Aragonés por el fútbol español en términos estructurales? Sin intención de caer en un lugar común, algo muy importante: el cambio de actitud. La superación de traumas, aun cuando para pasar la barrera de cuartos hayan hecho bastante el azar y las manos de Casillas. Pero en ese empuje español contra Italia, en el arrinconamiento que hizo al arco de Buffon durante 120 minutos y en un espíritu triunfador inquebrantable, España ganó la Euro. Los tres goles a Rusia y la definición de Torres ante Lehmann fueron, en términos relativos, instrumentos que permitieron dar una vuelta que por coraje se había construido en cuartos.
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